Agnes, de 70 años, sobrevive milagrosamente a un atentado contra su vida, del que escapa por muy poco con una pierna rota. Una noche, mientras está tumbada en su cama, se da cuenta de que su yerno entra a hurtadillas en su habitación y se acerca a la cabecera de su cama. En la tranquilidad de la noche, un suave susurro hizo que Agnes, de 70 años, se volviera tan cautelosa como un halcón a la caza. Se asomó por debajo de la manta y vio la sombría figura de su yerno, Chris, hurgando en su mesilla de noche. Unas gotas de sudor brotaron de la frente de Agnes. Había estado esperando este momento. Con un movimiento de muñeca, encendió la luz.
“¡Te atrapé, canalla intrigante! Tu insaciable codicia te ha desenmascarado por fin… Es hora de que te despidas de mi hija y entregues tu libertad a la policía”. “¿A-Agnes?”, balbuceó Chris. Una expresión de agitación y sorpresa inundó su rostro. “Creía que estabas… MUERTA”.Agnes y su hija de 45 años, Grace, entraron en el Café Silver Grande para reunirse con Chris, el novio de Grace desde hacía seis meses.
“Hola, Sra. Xavier. Es un placer conocerla”, Chris se levantó para estrecharle la mano.
Grace le había dicho que Chris era trece años menor que ella, pero Agnes nunca pensó que fuera tan encantador. Además, le resultaba extrañamente familiar. El trío se sentó, y Agnes empezó inmediatamente a hacerle un interrogatorio.¡Oh, mamá! Seguro que te equivocas”, Grace empujó un plato de langosta hacia Agnes. “Se está enfriando. Vamos a comer”. La cena continuó tan torpemente como cabía esperar y con mucha frustración por parte de Agnes. Cada vez que planteaba una pregunta a Chris, Grace intervenía para responder. Cuando llegó la cuenta, Agnes vio con incredulidad cómo Grace sacaba la cartera para pagar.
“¿Así que tu querida dama te paga la cena, jovencito?”. preguntó Agnes a Chris.”El abuelo de Chris le dejó una enorme herencia, pero no puede acceder a ella hasta que se aclare el papeleo. Entonces tendrá dinero más que suficiente para cuidarme, ¿vale?”, dijo Grace, saltando una vez más en defensa de Chris. Agitando la chaqueta, Chris se levantó de la silla y abrazó a Grace. “Gracias por la cena, cariño. Tengo que hacer una presentación para un cliente importante de Japón, y ya voy con retraso”.
Cuando Chris salió del restaurante, Grace reprendió a su madre por haber sido tan grosera con él. “No sé cómo endulzar las cosas, Grace. Sólo sé preguntar a la cara. Porque merezco saber la verdad. Vámonos ya a casa”, Agnes se levantó.Grace llamó a un taxi para su madre, diciendo que había quedado con una amiga en el teatro. Grace miró distraídamente por la ventanilla del taxi mientras el conductor sorteaba el tráfico. Justo cuando el taxi cruzó un carril, Agnes vio que Chris entraba en una tienda de alquiler de disfraces con una bolsa en la mano.