Mi Suegra Me Regaló Un Reglamento Titulado “Cómo Ser Una Buena Esposa Para Mi Hijo” Para Nuestra Boda, Mientras Que Mi Marido Recibió Un Cheque

Crees que estás entrando en un sueño cuando te casas con el amor de tu vida. Pero ese sueño se convierte rápidamente en una pesadilla cuando te entregan una lista de normas sobre cómo ser una “buena esposa”. Y aquí es donde empezó mi venganza. Cuando crecía, siempre había imaginado que el matrimonio sería diferente. Me imaginaba los domingos por la mañana en la cama, riendo sobre secretos compartidos, una relación basada en el amor y el respeto mutuo. Pero la realidad tiene una forma curiosa de golpearte justo entre los ojos.

Dan y yo acabábamos de casarnos. La boda fue perfecta: pequeña, íntima, todo lo que había soñado. Y durante un tiempo me pareció un cuento de hadas. Dan era amable y divertido, y creía de verdad que estábamos de acuerdo en cómo queríamos vivir juntos. Hasta que Karen, su madre, me entregó un regalo después de la ceremonia. Recuerdo que estaba de pie en nuestro salón, todavía disfrutando de aquel resplandor postboda, cuando Karen se me acercó con su regalo “especial”.”Esto es para ti, Lucía. Algo que te ayudará en tu nuevo papel”.

Me entregó una caja adornada con una amplia sonrisa que no le llegaba a los ojos. Dentro de la caja había un papel cuidadosamente doblado. Cuando lo desdoblé, me quedé boquiabierta.

En la parte superior, en negrita, se leía: “Cómo ser una buena esposa para mi hijo”. Al principio me reí. Pensé que era una broma. Quizá Karen se estaba burlando de esos estereotipos anticuados sobre el matrimonio.Pero al seguir leyendo, mi sonrisa se desvaneció. Era una lista, una lista real de normas que debía seguir como esposa de Dan. Miré a Dan, esperando que estuviera tan desconcertado como yo, pero estaba ocupado abriendo su propio regalo. Un cheque. Uno gordo, nada menos. ¿Y yo? Un libro de reglas.

Esa misma noche, Dan se me acercó con una sonrisa tímida. “Has recibido las normas que te dio mi madre, ¿verdad?”, me preguntó, como si se tratara de una sugerencia casual y no de un manual para una vida de servidumbre.”SÍ… Sí” -contesté, tratando de evitar el sarcasmo en mi voz, pero fracasé estrepitosamente. Dan se movió incómodo y se rascó la nuca. “Bueno, ya sabes, así es como debe ser ahora. El matrimonio es diferente a las citas”.Parpadeé, esperando que esbozara una sonrisa, que dijera algo que lo convirtiera todo en una broma. Pero no lo hizo.

“Espera… ¿Hablas en serio?”, pregunté, mirándole fijamente como si no reconociera al hombre con el que acababa de casarme. Se encogió de hombros. “Así son las cosas. Mamá dice que es importante mantener las cosas en orden, ¿sabes?”. Me mordí el labio, conteniendo una aguda réplica. Mantener el orden. ¿Así me veían ahora? Cuando Dan se durmió, volví a leer la lista, con las manos temblorosas de asombro y furia. No podía creer la audacia.A las 6 de la mañana, tienes que estar completamente vestida y maquillada, preparando un desayuno caliente para Dan. Recuerda, sin verduras, sin leche, sin mantequilla; sólo le gustan los huevos normales y las tostadas.

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