Margarita solía dejar flores en la tumba de su esposo, pero un día descubrió que las habían destruido. Esto volvió a suceder varias veces hasta que decidió confrontar a la persona responsable y se sorprendió al saber quién era. El esposo de Margarita, Jorge, había fallecido en un accidente automovilístico algunos meses atrás. Él le había jurado que la amaría para siempre y que nunca la dejaría, y ahora ella no sabía cómo seguir con su vida.
Para lidiar con su ausencia, lo visitaba a diario en su tumba, donde pasaba horas llorando. Como él solía comprarle margaritas y lirios, ella decidió que eran las flores perfectas para llevarle. Eran un símbolo de su amor eterno Un día, Margarita fue al cementerio y notó que las flores que había dejado anteriormente habían sido pisoteadas y tiradas a un lado.
Molesta, compró otro ramo y regresó al día siguiente para ver si acabaría igual.Y al llegar vio lo mismo: las flores estaban arruinadas y tiradas. Ella necesitaba entender lo que estaba sucediendo, así que decidió vigilar el lugar hasta obtener una explicación.
Unos días después, hizo un descubrimiento. Vio a una mujer llorando cerca de la tumba de Jorge. Estaba vestida con ropa suelta y vieja, y lucía cansada y con los pies hinchados. Margarita decidió acercarse a ella para preguntarle si estaba bien. Entre sollozos, la mujer intentó explicarle que el padre de sus tres hijos, quien la había abandonado para casarse con una mujer rica, había muerto.
“Nos abandonó; ansiaba tanto una vida mejor que ni siquiera pensó en sus hijos”, dijo con amargura. Margarita sintió mucha pena por ella. “¡Lo siento mucho! Mi esposo era un hombre tan bueno y cariñoso. No puedo imaginar lo fue para ti una traición como esa”. “Nosotros nunca tuvimos hijos, pero estoy segura de que mi difunto esposo habría sido un gran padre. Lamento que hayas tenido que vivir algo así”, le dijo a la mujer.
La desconocida la miró fijamente. Le costaba entender que esa mujer le hablara de lo bueno que había sido su marido cuando acababa de contarle su mala experiencia. “¿Ese era tu esposo?”, preguntó, señalando la tumba con margaritas y lirios. “Sí”, respondió Margarita con una sonrisa triste en su rostro. “Ese es Jorge, mi dulce esposo”.
Margarita se sorprendió por la reacción de la mujer. “Lo siento, no te entiendo. ¿Qué me quieres decir?” preguntó, en un esfuerzo por comprenderla.“Para ti, él era tu dulce esposo. Pero es el mismo Jorge que abandonó a nuestros hijos para que se murieran de hambre mientras iba a casarse contigo y vivir una vida de lujos”, dijo la mujer con amargura.
Margarita no podía aceptar lo que estaba escuchando. Le temblaban las rodillas, pero hizo todo lo posible por mantenerse fuerte. Estaba segura de que la mujer estaba equivocada. “Debes estar en un error”, respondió Margarita. “Fui su primera y única esposa…”, dijo, con la voz entrecortada.Una vez más, la mujer negó con la cabeza y sacó dos fotos de su pequeño bolso.