Anciano Pide A Su Hijo Que Le Lleve A Una Residencia En Vez De Vivir Con Su Familia – Historia Del Día

Donald tuvo que mudarse con su hijo Peter después de que se quemara su casa. Pero empezó a pensar que estaba agobiando a su hijo porque salían hasta tarde todas las noches. Por eso, el anciano decidió trasladarse a una residencia. Pero su hijo le tenía reservada la sorpresa más hermosa. “Te lo aseguro, Donald. Tu hijo perderá pronto la cabeza y te pedirá que te mudes. Es mejor que seas previsor y busques otra cosa por tu cuenta antes de que eso ocurra y su relación se resienta”, oyó decir una vez más a Mary. Llevaba hablando de eso desde que empezaron a tomar el té en el porche de su hijo.

La casa de Donald Harper se incendió hace dos meses mientras estaba en el supermercado, y sufrió un infarto al llegar a casa. Lo llevaron al hospital, y su hijo, Peter, y su esposa habían insistido en trasladarlo con ellos cuando se recuperara. Pero eran una pareja de treintañeros con tres hijos pequeños, y ahora tenían que ocuparse de un hombre mayor en su casa. A Donald le había preocupado ser una carga durante un tiempo, pero ellos insistían en que les encantaba tenerlo cerca, y los nietos siempre estaban contentos de oír sus historias. Pero Mary, la vecina de Peter, que tenía más o menos la edad de Donald, le había dicho lo contrario.

“¿Crees que Peter y su esposa son demasiado educados para decirme que me mude?”, preguntó Donald, llevándose la taza de té a los labios con la mano derecha y sorbiendo lentamente.

Mary hizo lo mismo mientras asentía con la cabeza con vehemencia. “¡Claro que sí! A mí me pasó, y sólo estuve tres semanas con mi hija. Me culpó de todo lo que salió mal. Decía que hacía demasiado ruido por las mañanas y que le subía la factura de la luz. Sólo fumigaban mi casa, pero te juro que quería volver a casa sin más”, continuó. “Hace tiempo que no nos hablamos por eso”. Donald suspiró y asintió, pensando que Mary podía tener razón. Obviamente, su hijo era mucho más educado, porque no tenía ni una mala palabra que decir sobre su padre.

También se dio cuenta de que Peter y su esposa, Sandra, volvían a casa cada día más tarde. Él estaba encantado de cuidar a los niños por ellos, pero quizá, pensó, no estaban contentos de verle en su casa. Decidió que tal vez había llegado el momento de mudarse. Aquella noche, al llegar a casa, el hombre mayor apartó a su hijo y le sugirió que lo trasladara a una residencia, pero Peter le dijo que volverían a hablar de ello más tarde. “Papá, ahora no es el momento para eso. Hablaremos de ello más tarde”.

Pasaron varios meses, y Donald estaba preocupado. Peter y su esposa parecían agotados cada vez que llegaban a casa, aunque siempre sonreían por él. No había vuelto a hablar del tema de la residencia de ancianos, pero había llegado el momento de intentarlo una vez más. Tenía ahorros suficientes para pagar una residencia asistida decente, así que no sería terrible.

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