Descubren a un esposo engañando a su esposa y actúa como si no pasara nada – Historia del día

Isabel vuelve pronto a casa y encuentra a su adinerado marido, Paul, con su amante, Jane. Sin inmutarse, Paul traslada audazmente a Jane a su casa. Paul es poderoso y peligroso. Isabel no puede marcharse, pero pronto demuestra su fuerza contra él

Isabel entró en su casa, con los brazos cargados de bolsas y regalos para sorprender a Paul por su cumpleaños. Su entusiasmo se desvaneció cuando oyó voces procedentes del dormitorio de arriba y vio ropa de mujer en el suelo.

Isabel subió las escaleras con el corazón acelerado. Su mundo se vino abajo cuando miró por la puerta entreabierta del dormitorio y vio a su marido compartiendo la cama con otra mujer…

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: YouTube/DramatizeMe

“¿Te gustaría hacerlo otra vez?” preguntó Paul a la mujer, Jane, sin fijarse en Isabel.

Cuando por fin la vio, mientras ella dejaba caer las maletas conmocionada, se quedó frío como una lechuga.

“¡Hola! Jane, ésta es mi mujer, Isabel”, dijo con calma.

“Hola”, dijo Jane, sin importarle que estuviera en la cama de un hombre casado.

“¡Esto es una locura!” gritó Isabel. “¿Cómo has podido…?”

“Relájate”, dijo Paul. “¿Por qué has vuelto tan pronto?”

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: YouTube/DramatizeMe

“¡Lleva mi bata, Paul, y está en nuestra cama!”. gritó Isabel, señalando a Jane. “¿Y a ti te importa por qué he llegado pronto?”.

“Dijiste que volverías a las siete. Ni siquiera son las cinco y media”, dijo Paul, evitando el tema. “Recoge tus cosas y piérdete un par de horas”.

“Sí, tienes diez segundos para desaparecer, cariño”, añadió Jane, tumbándose en la cama con confianza.

Isabel estaba destrozada. Decidió dejar a Paul para siempre y cogió su ropa extra de la habitación de invitados.

Mientras recogía sus cosas abajo, en el salón, una voz la distrajo.

“¿Por qué estás haciendo la maleta?” preguntó Paul enfadado.

Imagen con fines ilustrativos. | Foto: YouTube/DramatizeMe

“Te dejo. Los niños se quedarán conmigo”. dijo Isabel. ¡No volvería a ver la cara de ese hombre en su vida!

“¿Me dejas? ¿Y adónde vas exactamente?” se burló Paul, recordándole que no tenía adónde ir. Su madre había muerto; Isabel había huido de su ciudad natal con Paul, y no tenía amigos.

“¿Y Julia y John? ¿Qué será de ellos cuando bloquee tus tarjetas?” amenazó Pablo, utilizando a sus hijos contra ella.

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