Una mujer llega a casa y le dice a su marido: “¿Recuerdas esos dolores de cabeza que he tenido todos estos años? Pues se han ido”. “¿Ya no tengo dolores de cabeza?”. El marido pregunta: “¿Qué ha pasado?”. Su mujer responde: “Margie me recomendó a un hipnotista. Me dijo que me parara frente a un espejo, me mirara y repitiera: ‘No tengo dolor de cabeza; no tengo dolor de cabeza, no tengo dolor de cabeza’. Funcionó. Los dolores de cabeza se han ido”. Su mujer entonces dice: “¿Sabes? No has estado precisamente radiante en la cama estos últimos años.
¿Por qué no vas a ver al hipnotista a ver si puede hacer algo por eso?”. El marido accede a intentarlo. Después de la cita, llega a casa, se quita la ropa, coge a su mujer y la lleva al dormitorio. La pone en la cama y le dice: “No te muevas, vuelvo enseguida”. Entró al baño y regresó unos minutos después, se metió en la cama y le hizo el amor apasionadamente a su esposa como nunca antes.
Su esposa exclamó: “¡Rayos! ¡Fue maravilloso!”. El esposo respondió: “¡No te muevas! ¡Enseguida vuelvo!”. Regresó al baño, regresó y la segunda ronda fue incluso mejor que la primera. La esposa se incorporó, sintiendo que la cabeza le daba vueltas. Su esposo le dijo de nuevo: “No te muevas, enseguida vuelvo”. Dicho esto, regresó al baño.
Esta vez, su esposa lo siguió en silencio y allí, en el baño, lo vio de pie frente al espejo diciendo: “Ella no es mi esposa. Ella no es mi esposa.
Ella no es mi esposa. Su funeral es este domingo.