Un padre que no está dispuesto a gastar dinero para criar a sus gemelas recién nacidas le pide a su esposa que dé una en adopción. Él la echa con las niñas cuando ella se niega y llama a su puerta para pedir ayuda cinco años después. Era una noche fría y lluviosa, y Angie acunaba a sus bebés recién nacidas en la parada del autobús. “¿Adónde iremos? Dios, por favor, ayúdanos. Protégenos durante esta difícil noche”, rezó, mientras limpiaba las lágrimas de los rostros de sus bebés.Angie no tenía adónde ir. Sus padres habían muerto hacía mucho tiempo y no podía contar con el padre de las niñas.
De repente, sintió que algo se movía detrás de ella y se aterrorizó. Reunió el coraje para proteger a sus bebés y volteó a ver: “¡Es un perro!”, suspiró. Angie nunca imaginó que su vida cambiaría de la noche a la mañana. No pensó que su esposo Javier, en quien había confiado durante todo su matrimonio, la echaría con sus bebés solo una semana después de su nacimiento.“Cómo desearía que mi mamá estuviera conmigo hoy… ¡Lo siento, mamá!, ahora sé que debí haberte escuchado. No debí apresurar mi matrimonio con Javier”, sollozó Angie.
Angie había conocido a Javier hacía cinco años, poco después de graduarse. Era un hombre joven y apuesto, y ella pensó que era el indicado. Se enamoraron de inmediato y vivieron una historia de amor de cuento de hadas con una excepción: no tuvieron un “felices para siempre”.
Los problemas surgieron en el cuarto año de su matrimonio cuando ella le dijo que estaba embarazada. “Sabes que acabo de comenzar mi negocio. Habíamos pospuesto la planificación del bebé todos estos años y aún no estoy listo para ser padre”, argumentó Javier, algo molestó cuando le mostró las dos líneas rosas en su prueba de embarazo. La renuencia de Javier a ser padre era un indicio de que no estaba preparado para las responsabilidades. Angie se debatía entre su anhelo de ser madre y la negativa de su esposo de tener hijos. Todo empeoró al saber que esperaba gemelos.
Cuando Angie se preparaba para su primer eco, Javier le dijo en broma: “Espero que no salgas y me digas que vamos a tener gemelos”. Su boca se curvó en un gesto que ella detestaba. Momentos después, la broma se hizo realidad. “¿Qué pasó?”, le preguntó, impaciente por su respuesta. “¿Qué dijo el doctor?”. Angie estaba pálida, angustiada y preocupada. Se tragó su miedo y le dijo: “Nuestras bebés están bien”, dijo. “¿Bebés?”, exclamó. El escaneo que Angie permitió vislumbrar dos pequeñas vidas que crecían dentro de ella. Estaba embarazada de gemelas y Javier no estaba feliz de saberlo.
Javier se dirigió a su auto mientras Angie corría detrás de él. Estaba nerviosa y pensó que quizás pronto estaría encantado con la idea. Pero sus reacciones demostraron lo contrario. Él se distanció de Angie día a día y se enfocó en su trabajo. Ella sabía que estaba molesto por tener gemelas y asumió que se calmaría con el tiempo, pero todo empeoró durante el tercer trimestre.