Jacobo suspiró. Recogió sus cubiertos y siguió comiendo mientras Miriam discutía los pormenores del evento. A ella no le gustaba mucho el voluntariado, pero adoraba las galas y fiestas.
“Sr. Machado, ¿me está escuchando?”, preguntó Kara, agitando una mano frente a su rostro. Jacobo volvió a la realidad. “Sí, por supuesto. Disculpe. Estaba pensando en algo. ¿Qué me decía?”, preguntó, arreglándose la corbata.
“Le contaba sobre la niña nueva. ¿Quiere verla?”, preguntó Kara. Jacobo no tuvo tiempo de responder. En cuestión de segundos, una niña corrió hacia ellos y sujetó la pierna del hombre firmemente.
Jacobo estaba sorprendido, confundido, y encantado. No sabía qué hacer con la niña adherida a su pierna. Kara reía y reía. “¡Papá! ¿Viniste por mí?”, dijo la niña, viendo a Jacobo a los ojos con una gran sonrisa.