Un niño deja caer una carta en el buzón de una casa abandonada y recibe una misteriosa respuesta al día siguiente — Historia del día

Ethan, de seis años, había perdido recientemente a su madre, lo que le había dejado un profundo vacío en el corazón. En su dolor, comenzó a escribirle cartas, volcando sus sentimientos en papel. Un día, mientras deambulaba por las calles, se topó con un buzón viejo y oxidado en una casa abandonada. Decidió dejar una de sus cartas dentro, sin esperar que nadie la viera. Para su asombro, al día siguiente encontró una misteriosa respuesta esperándolo. Ethan, un niño de seis años con cabello castaño rizado, sentía un peso constante en el pecho desde que falleció su madre. Su padre, Jacob, parecía perdido en su mundo de dolor.

Jacob solía ser un padre vivaz y atento, pero ahora apenas notaba a Ethan, pasando la mayor parte de su tiempo mirando fotos antiguas o trabajando hasta tarde para evitar la casa vacía. “Mamá, te extraño mucho”, le susurró Ethan a su coche de juguete. A menudo imaginaba a su madre viajando con él en el pequeño coche. Hoy fue otro día duro sin ti. Te extraño mucho. Papá también está muy triste. Creo que ya no me nota mucho. Ojalá estuvieras aquí para abrazarme y decirme que todo estará bien.

Derramó su corazón en esas cartas y esperaba que ella lo escuchara. Un día, mientras deambulaba por su vecindario, Ethan se topó con una casa vieja y abandonada. La pintura se estaba descascarando, las ventanas estaban tapiadas y el jardín estaba cubierto de maleza.

“Oye, mamá”, le dijo Ethan a su coche de juguete, “mira esta casa vieja. Es un poco espeluznante, pero también genial, ¿verdad?”. Ethan vio el buzón oxidado en la puerta principal. Ese día, había traído una de sus cartas con él, guardada de forma segura en el bolsillo de sus vaqueros, con la intención de leérsela a su madre en un lugar tranquilo. Ethan simplemente lo metió en el buzón, pensando que nadie lo vería jamás. Dio un paso atrás y miró la casa de nuevo. “¿Crees que alguien vive aquí?”, le preguntó a su auto, imaginando la voz de su madre respondiendo. “Probablemente no, pero es un buen lugar para mi carta”.

Ethan se quedó allí un momento más, sintiéndose un poco tonto pero también reconfortado por el acto. “Está bien, vayamos a casa ahora”, le dijo al auto. “Tal vez volvamos mañana”. Mientras caminaba hacia su casa, su mente vagó pensando en su madre, imaginándola leyendo su carta y sonriendo. Cuando llegó a su casa, su padre todavía estaba sentado a la mesa en la sala de estar. Ethan se detuvo en la puerta, observando a su padre por un momento.

“Papá”, dijo en voz baja, pero Jacob no respondió. Suspirando, Ethan se dirigió a su habitación y sacó otro trozo de papel para escribir otra carta a su madre. Mientras escribía, sintió que la tristeza se aliviaba un poco y encontró consuelo en la conexión creada, aunque solo fuera en su imaginación. “Buenas noches, mamá”, le susurró al coche de juguete que estaba en su mesita de noche antes de quedarse dormido.

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