¡Imagina ser tragado y luego escupido por una ballena! Eso es precisamente lo que le sucedió a un joven kayakista venezolano, quien le dio una historia para compartir a lo largo de la historia. Así es como Adrián Simancas Jaimes terminó cara a cara con una de las criaturas más impresionantes de la naturaleza.El 8 de febrero, Adrián emprendió un memorable viaje en kayak padre-hijo por la costa sur de Chile, en la Patagonia, remando las frías aguas del Estrecho de Magallanes. El kayak en sí puede ser una experiencia serena, pero esta aventura trajo consigo un encuentro inesperado de gran magnitud. Las ballenas jorobadas, según la Comisión Ballenera Internacional, pueden alcanzar longitudes de entre 11 y 15 metros y pesar hasta 40 toneladas. Tienen fama de ser dóciles, y se alimentan principalmente de kril y peces pequeños. A pesar de su tamaño, no son agresivas con los humanos, aunque su curiosidad a veces las lleva a encuentros más cercanos.
Estos gentiles gigantes rara vez representan una amenaza para los humanos. Tienden a evitar el contacto directo con personas o embarcaciones, pero su curiosidad puede llevarlas a acercarse demasiado”, señala BBC Wildlife. En un instante excepcional, mientras Adrián y su padre, Meydell, se aventuraban por el gélido estrecho, una enorme ballena jorobada decidió satisfacer su curiosidad, lo que resultó en un espectáculo espectacular y algo alarmante, captado en cámara.Meydell comenzó a filmar alrededor de su hijo, fascinado por las olas que en ese momento le parecieron pintorescas.
Lo que no sabía es que esas olas eran señal de que una ballena jorobada estaba a punto de emerger cerca. Las ballenas jorobadas tienen un estilo de alimentación único llamado alimentación de embestida. Abren sus enormes bocas y se lanzan hacia adelante, capturando peces y agua de forma espectacular. Esta espectacular maniobra fue precisamente en la que Adrián se vio involucrado, aunque sin darse cuenta.
Al oír un sonido intenso similar al de una ola rompiendo, Meydell se alarmó al darse la vuelta y no encontrar ni rastro de su hijo ni del kayak, que se había desvanecido en las profundidades.Succionado por la boca del gigante, la experiencia de Adrián en su interior fue extraña y abrumadora. Describió breves segundos en una “cavidad viscosa” llena de ruidos extraños y una atracción fuerte y desconcertante. Por suerte, la estructura de la garganta de una ballena jorobada hace imposible tragar algo más grande que un puño. Al darse cuenta de su error, la ballena escupió a Adrián rápidamente. “¡Mantén la calma y agarra el bote!”, gritó Meydell, asegurándose de que su hijo llegara a un lugar seguro. Parecía cada vez más probable mientras Adrián remaba hacia su padre, alejándose de la gigantesca pero mansa criatura.