Rick es el único chico de una familia de seis chicas, y el último en casarse, así que espera que su madre le haga un gran regalo en metálico, pero se lleva una amarga decepción. Rick Gordon se iba a casar y, salvo su prometida, era la única persona en el mundo que pensaba que estaba preparado para un compromiso tan serio. El problema era que Rick era irresponsable y malcriado, pero también encantador.
Era el séptimo hijo, el único varón después de que sus padres ya hubieran acogido a seis chicas, así que Rick se convirtió en la mascota de todos. Cuando su madre y su padre intentaban imponer disciplina, una de sus hermanas les daba la espalda y Rick se salía con la suya. Su madre, que quería a su hijo pero no se hacía ilusiones sobre él, sabía que a menos que Rick madurara rápido se dirigía a una caída, y esta boda podría ser la piedra que le hiciera tropezar.
La prometida de Rick, Sandy, estaba planeando alegremente toda la boda con su madre, algo que la madre de Rick, Carmen, ya había hecho seis veces con sus propias hijas. Rick empezó a pensar en las bodas de sus hermanas y decidió que iba a dar un golpe por la igualdad de género. “¿Mamá?”, preguntó despreocupadamente, justo dos semanas antes de la boda, “¿Cuánto cuesta un vestido de novia hoy en día?”.
“¡SÍ!”, gritó Rick, que empezaba a perder los nervios. “No te he visto discutir por el coste de SEIS banquetes de boda, así que ¿por qué ser tacaña por unos míseros 8.300 dólares que bien puedes permitirte?”. “Puede que me lo pueda permitir”, gritó Carmen, “¡pero tú no te lo mereces!”. Rick se puso mortalmente pálido. “¡Lo sabía!”, jadeó. “Nunca me quisiste como a mis hermanas, ¡y ahora por fin muestras tu verdadera cara!”.”Eso no es cierto, Rick, los quiero a todos por igual”, dijo Carmen. “¡Pero la verdad es que te has aprovechado de todas las ventajas que te hemos dado! Te has jugado tu fondo para la universidad, has pedido prestado dinero a tus hermanas que NUNCA devolverás…”.
“¿Así que no me darás el dinero?”, preguntó Rick, enfurecido. “Los padres de Sandy nos van a dar un apartamento y 200.000 dólares como capital inicial. Lo único que quería de ti era un poco de dinero de bolsillo…”. “$8.300 no es dinero de bolsillo, Rick”, dijo Carmen, horrorizada. “¡Y espero que no juegues con el dinero de Sandy o tu matrimonio no durará ni un año!”. “¡No desees mal a mi matrimonio!”, aulló Rick. “¡Ni siquiera te quiero allí! ¡Será mejor que te mantengas alejada!”.Aquella noche Carmen le contó toda la historia a su marido Bill y acabó llorando en sus brazos. Bill dijo: “Quizá deberíamos darle el dinero. Sé que no ir a esta boda te está rompiendo el corazón”.
“No, Bill”, dijo Carmen con firmeza. “Cedimos ante Rick demasiadas veces cuando estaba creciendo. Ésta es nuestra última oportunidad de mantenernos firmes, de hacerle ver lo que está haciendo con su vida”.