El trágico hundimiento del RMS Titanic el 15 de abril de 1912 sigue cautivando al mundo más de un siglo después. En su viaje inaugural de Southampton a Nueva York, el barco “insumergible” chocó contra un iceberg, lo que provocó la muerte de más de 1500 pasajeros y tripulantes.
A pesar de la catastrófica pérdida de vidas, persiste un inquietante misterio: ¿por qué se recuperaron tan pocos cuerpos de los restos, a pesar de que fallecieron más de 1500 personas? El descubrimiento de los restos del Titanic
Tras décadas de búsqueda, los restos del Titanic se descubrieron el 1 de septiembre de 1985, a más de 3600 metros de profundidad en el océano Atlántico.
Tras décadas de especulaciones e intentos de localizarlos, una expedición finalmente logró descubrir su ubicación a esa asombrosa profundidad. Puede parecer extraño que se tardara tanto en encontrar los restos del naufragio, pero el problema no era que se desconociera por completo su ubicación, sino más bien determinar con precisión su lugar de descanso.
El explorador de aguas profundas Robert Ballard pasó ocho días buscando antes de localizar con éxito el R.M.S. Titanic, a unas 400 millas de la costa de Terranova, Canadá. Logró localizar los restos utilizando su método de seguimiento de escombros, una técnica que empleó por primera vez al descubrir el Scorpion, un submarino nuclear que se hundió en 1968.
Ballard ya había hablado sobre el momento en que vio el viejo transatlántico en el fondo del océano.
“Prometimos no llevarnos nada de ese barco y tratarlo con gran respeto”, declaró a CBS News.
Pero desde entonces, los equipos de expedición han recuperado cientos de artefactos, ofreciéndonos una mirada al pasado: muebles, vajillas y objetos personales de quienes nunca lograron desembarcar. Sin embargo, el mal estado de conservación de algunos artefactos se hizo evidente cuando comenzó la primera gran expedición para recuperar objetos del Titanic en 1987.
¿Adónde fueron a parar todos los cuerpos?
El pecio se encontró partido en dos, con la proa más intacta, mostrando que el interior aún se conservaba notablemente después de más de 70 años bajo el agua. Alrededor de los restos, se descubrió un enorme campo de escombros de 8 por 5 kilómetros, con miles de objetos esparcidos por el fondo del océano.
Pero faltaba algo sorprendente: los cuerpos de las víctimas.
La ausencia de restos humanos ha desconcertado tanto a historiadores como a exploradores.
Si bien se han encontrado zapatos, botas y otros objetos personales entre los escombros, hay muy pocos restos humanos dignos de mención. De los 337 cuerpos recuperados, 119 fueron enterrados en el mar, mientras que 209 fueron devueltos a Halifax.
“No he visto ningún resto humano”, declaró al New York Times en 2012 James Cameron, director del Titanic, quien ha visitado y explorado los restos 33 veces y afirma haber pasado más tiempo en el barco que su capitán. “Hemos visto ropa. Hemos visto pares de zapatos, lo que sugiere firmemente que hubo un cuerpo allí en algún momento. Pero nunca hemos visto restos humanos”.
Entonces, ¿qué pasó con tantos cuerpos?
La verdad parece residir en el hecho de que los restos del Titanic se encuentran en las profundidades del océano, mucho más profundo de lo que la mayoría de la gente cree. A más de 3.600 metros de profundidad, la temperatura del agua ronda el punto de congelación y la presión es inmensa. Con el tiempo, estas condiciones han provocado que los cuerpos sean consumidos por bacterias y criaturas marinas. Los únicos restos que parecen sobrevivir son artículos como zapatos y botas, ya que estos materiales no son comestibles para la vida marina.
El papel del agua de mar en la desaparición de huesos
Pero la ausencia de esqueletos no se limita a las criaturas marinas. Robert Ballard, el explorador de aguas profundas que descubrió los restos del Titanic, explica que a estas profundidades, el agua marina tiene la capacidad de disolver los huesos. El agua está subsaturada de carbonato de calcio, un componente clave de los huesos. A medida que se consume el tejido blando, los huesos se disuelven lentamente, sin dejar rastro. Ballard incluso observó un marcado contraste con el Mar Negro, donde no existen criaturas que devoren cuerpos, y donde los huesos se conservan momificados debido a la falta de vida marina que los descomponga.
“El problema es que, a una profundidad inferior a unos 914 metros, se pasa por debajo de lo que se denomina la profundidad de compensación de carbonato de calcio”, declaró a NPR el explorador de aguas profundas Robert Ballard. Y el agua en las profundidades marinas está subsaturada de carbonato de calcio, que es, como saben, el material principal de los huesos. Por ejemplo, en el Titanic y el Bismarck, esos barcos se encuentran por debajo de la profundidad de compensación de carbonato de calcio, así que una vez que las criaturas se comen la carne y exponen los huesos, estos se disuelven.
La inquietante realidad El descubrimiento del naufragio y el campo de escombros circundante siempre ha provocado una mezcla de asombro y horror. Las personas que se han enterado de la desaparición de los restos del Titanic han compartido sus reflexiones en línea, y muchos han calificado de “horrible” o “espeluznante” pensar en las miles de vidas perdidas y en cómo la naturaleza finalmente ha seguido su curso