Lori y George Schappell, gemelos siameses con cráneos parcialmente fusionados, vivieron una vida extraordinaria que desafió las expectativas médicas. Nacidos en 1961, compartían el 30% de su cerebro y enfrentaron los desafíos únicos de ser gemelos craneópagos. A pesar de las limitaciones médicas de su época, decidieron permanecer juntos incluso cuando la separación se volvió teóricamente posible. Su decisión resaltó su fuerte vínculo y su compromiso de vivir la vida a su manera.
George, antes conocido como Dori, cargó con un importante secreto personal durante gran parte de su vida. Asignado mujer al nacer, posteriormente se identificó como un hombre transgénero, revelando su verdadera identidad de género a su hermana y al mundo en 2007. Esta revelación, compartida en una entrevista en 2011, puso de relieve la lucha de George durante toda su vida con la identidad de género y su decisión final de vivir con autenticidad. Si bien no se sometió a una cirugía de afirmación de género, adoptó una identidad masculina en su presentación y comportamiento.
La reacción de Lori ante la transición de George fue de conmoción inicial, seguida de un apoyo incondicional. Expresó su orgullo por la valentía de George y enfatizó que su vínculo seguía siendo inquebrantable. Esta aceptación reforzó la profundidad de su relación y su capacidad para transitar juntos complejos caminos personales. Su historia se convirtió en un testimonio tanto de su singular conexión física como de sus identidades individuales.
Los gemelos llevaron vidas independientes y plenas. Lori trabajaba en el sector hospitalario, mientras que George perseguía una exitosa carrera como cantante de country. Vivían en un apartamento de dos habitaciones, gestionando sus rutinas diarias y aficiones por separado. Su capacidad para mantener sus intereses y carreras profesionales individuales, a la vez que permanecían físicamente conectados, demostraba su resiliencia y adaptabilidad.
La vida de los gemelos Schappell estuvo marcada tanto por sus extraordinarias circunstancias físicas como por sus logros individuales. Poseían el récord mundial Guinness de los siameses vivos de mayor edad y fueron los primeros siameses del mismo sexo en identificarse con géneros diferentes. Su historia, que incluyó numerosas apariciones en televisión, ofreció una visión de su mundo único y de su inquebrantable compromiso mutuo. Fallecieron en abril de 2024 a la edad de 62 años, dejando un legado de resiliencia, aceptación y el poder perdurable de los lazos familiares.