Se suponĂa que serĂa una visita encantadora. La amiga de mi hermana tiene un zoolĂłgico mĂłvil de mascotas y dijo que pasarĂan por Brookdale Senior Living con algunos animales: pollitos, un conejo y una cabra muy mimosa llamada Pickle.
Fui sin ninguna expectativa, sobre todo porque necesitaba un respiro de mi rutina. Nos instalamos en la sala de juegos y, antes incluso de abrir el corral, los residentes empezaron a entrar con enormes sonrisas. Pero una mujer con un suĂ©ter burdeos y gafas se iluminĂł al ver a la cabra. No esperĂł la invitaciĂłn; extendiĂł la mano, le tomĂł la cara entre las manos y susurrĂł: “AquĂ estás, Jasper”. ParpadeĂ©. “Ah, se llama Pickle”, dije con suavidad, un poco divertida.
NegĂł con la cabeza lentamente. “No. Es Jasper. Yo lo criĂ©”.
PensĂ© que tal vez estaba confundida. ÂżPĂ©rdida de memoria, tal vez? Pero entonces me mirĂł fijamente y dijo: “1973”. TenĂamos una pequeña granja a las afueras de Elk River. Era el más pequeño, casi no sobrevive. DurmiĂł en una caja en nuestra cocina durante semanas.
No sabĂa quĂ© decir. Esta cabra no tenĂa ni seis meses. Pero no hablaba como si estuviera recordando algo; se lo creĂa. ÂżY lo más raro? La cabra, que habĂa estado inquieta y curiosa todo el dĂa, se quedĂł completamente quieta en su regazo. Simplemente la mirĂł fijamente.
Entonces susurrĂł algo que me puso los pelos de punta: Volviste. Tal como lo prometiste. Y fue entonces cuando su hija, que al parecer viene de visita todos los martes, entrĂł con una foto vieja y desgastada. MirĂł a la cabra, luego a su madre y dijo: “ÂżMamá? ÂżQuĂ© le estás diciendo a la cabra?”. Su hija, que se llamaba Eleanor, parecĂa tan desconcertada como yo. “Mamá, este es Pickle. Es del zoolĂłgico interactivo”.