Donald Trump prestó juramento una vez más como el 47.º presidente de Estados Unidos, marcando su regreso a la Casa Blanca. En su discurso, proclamó: «La era dorada de Estados Unidos comienza ahora mismo». Expresó su esperanza de que, bajo su liderazgo, la nación «floreciera y fuera respetada», mientras buscaba ser tanto un «pacificador como unificador». El presidente también mencionó una intervención divina en su vida, dando a entender que Dios lo salvó de ser asesinado, dándole la oportunidad de «hacer grande a Estados Unidos de nuevo.
En cuanto a la primera dama Melania Trump, los informes sugieren que no residirá en la Casa Blanca a tiempo completo. En cambio, planea dividir su tiempo entre varios lugares. Dado que su hijo, Barron Trump, comienza sus estudios universitarios en Nueva York, Melania planea quedarse allí parte del tiempo, además de pasar temporadas en su finca de Mar-a-Lago en Florida. Mientras que Donald Trump parece entusiasmado con su rol como presidente, la indecisión de Melania es notoria.
En una entrevista reciente sobre sus memorias, titulada “Melania”, se le preguntó sobre los cambios en su enfoque para mudarse a la Casa Blanca en comparación con su primera transición después de la administración Obama. “La primera vez fue un desafío. No teníamos mucha información; la administración anterior nos la ocultó”, compartió Melania. Esta vez, Melania confía en una transición más fluida, en parte porque no dependen de sus predecesores para obtener información esencial.
“Pero esta vez lo tengo todo. Tengo los planos. Estoy lista para mudarme. Ya empaqué y seleccioné los muebles que deben entrar. Así que es una transición muy diferente la segunda vez”, explicó.