Mi cuñada le hizo una prueba de ADN a mi hija a mis espaldas — Cuando supe la razón, reduje al mínimo el contacto con mi hermano

“Estás criando al fruto de la infidelidad de una mujer muerta”. Mi cuñada me echó en cara una prueba de ADN. Había ido a mis espaldas, había robado el ADN de mi hija y había hecho una prueba sin mi consentimiento. Pero no se trataba sólo de mi hija. Se trataba de una cruel mentira que mi hermano le había contado a su prometida.

¿Has tenido alguna vez uno de esos momentos en los que te quedas ahí sentado, mirando fijamente, porque lo que acaba de ocurrir es tan desastroso que ni siquiera puedes reaccionar? Ésa era yo, de pie en mi maldito salón mientras mi cuñada me agitaba una prueba de ADN en la cara como si acabara de resolver un caso de asesinato.

Una mujer con cara de sospecha sosteniendo un documento | Fuente: Midjourney

“No es tuya”, declaró Isabel delante de mi inocente y dulce hijita de seis años. “Estás criando al fruto de la infidelidad de una mujer muerta”.

La miré fijamente, esperando a que mi cerebro se pusiera al día. Cuando por fin lo hizo, me reí tanto que me dolía el estómago.

La cara de Isabel se puso roja. “¿Qué tiene tanta gracia?”

Me enjugué una lágrima, aún riendo. “¿Le has hecho una prueba de ADN a mi hija A MIS ESPALDAS? ¿Te crees que eres una especie de detective?”

Cerró la boca, pero sus ojos se desviaron hacia Ava, que se aferraba a mi pierna con las cejas fruncidas por la confusión.

Fue entonces cuando dejé de reírme. “¡Fuera de mi casa!” le espeté a Isabel.

Un hombre enfadado | Fuente: Midjourney
“Jake, no entiendes…”, empezó ella.

“No, TÚ no lo entiendes”, gruñí mientras rodeaba a Ava con el brazo. “Entras en MI casa con acusaciones y pruebas de ADN delante de MI HIJA… ¿y qué esperas exactamente? ¿Una medalla? Lárgate… AHORA”.

Los pequeños dedos de Ava se clavaron en mi pierna, su voz apenas audible. “Papá, ¿por qué está enfadada la tía Isabel? ¿He hecho algo malo?”

La pregunta hizo añicos algo dentro de mí. Me arrodillé y la miré a los ojos. “No, cariño. No has hecho nada malo. Tía Isabel cometió un error, eso es todo”.

La cara de Isabel se arrugó. “Jake, por favor, si me escucharas…”.

“Creo que ya has dicho bastante”, la interrumpí, poniéndome en pie y levantando a Ava en brazos. “Vete de mi casa antes de que diga algo de lo que no pueda retractarme”.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back To Top