Leslie se despierta sintiéndose mal y descubre que está embarazada tras años intentándolo sin éxito con su marido. Pero un extraño dice ser el padre del bebé. Un día, se despierta en la calle con un vestido de fantasía sin recordar nada. Era sonámbula, lo que significa que las afirmaciones del hombre podrían ser ciertas.
Leslie y Tom estaban sentados en una acogedora mesa en un rincón de un elegante restaurante, celebrando su 23 aniversario de boda. “Por nosotros”. Levantó la copa. “Por veintitrés años de risas, amor y todo lo demás. Casarme contigo fue la mejor decisión de mi vida”.
Leslie sonrió y se inclinó para darle un beso. “Por nosotros”, repitió en voz baja. Compartieron un momento tranquilo, recordando su pasado, riéndose de viejas historias y disfrutando de una deliciosa comida.

Pero su estado de ánimo cambió cuando Leslie tocó un tema delicado. “Soy la mujer más feliz contigo”, empezó diciendo, “pero quisiera haber tenido hijos”.
Tom la tomó de la mano y la tranquilizó acerca de su satisfactoria vida juntos, alejando suavemente la conversación de aquel delicado tema. La velada dio un nuevo giro cuando él mencionó otro asunto. “Dime una cosa. ¿Te has estado despertando por la noche? Te he oído andar por ahí”.
“No puede ser. Duermo toda la noche. A lo mejor lo has soñado”, replicó ella, desconcertada. Ambos negaron con la cabeza y continuaron la velada con conversaciones mucho más ligeras.
Pero a la mañana siguiente llegó una pequeña sorpresa. Leslie se despertó bruscamente, sintiendo náuseas, y corrió al cuarto de baño para expulsar el contenido de su cena.

Tom apareció rápidamente en la puerta del cuarto de baño. “¿Estás segura de que todo va bien?”, le preguntó, preocupado.
Ella sonrió débilmente a su preocupado marido. “No pasa nada. Creo que sólo es una intoxicación alimentaria. Iré al médico si no mejoro”, le aseguró, pero Tom se mostró inflexible respecto a su salud y se ofreció a acompañarla.
Leslie insistió en que no necesitaba faltar al trabajo por esto, así que con un beso en la frente y una mirada de preocupación, Tom se fue a trabajar. Se preparó para una visita al hospital, moviéndose más despacio de lo habitual y sintiéndose fatal mientras esperaba un taxi.
Una amable doctora hizo pasar a Leslie a su despacho, preguntándole rápidamente por los síntomas y por su última menstruación. Mencionó su retraso, descartándolo porque hacía años que estaban seguros de la infertilidad de Tom.

Sin embargo, la doctora insistió en que le hicieran pruebas, teniendo en cuenta los síntomas de Leslie y su retraso menstrual. Durante la ecografía, el médico asintió casi de inmediato. “Tal como sospechaba. Estás embarazada”, anunció. La imagen parpadeante en la pantalla y los detalles adicionales del médico hicieron que Leslie llorara de pura alegría ante el futuro que no había imaginado en años.
Sosteniendo las imágenes de la ecografía y la receta, Leslie sintió que las lágrimas de alegría subían a la superficie. “Tengo que decírselo a Tom inmediatamente”, decidió, y optó por visitar su lugar de trabajo.
Al llegar, Leslie pasó por alto la recepción con un gesto familiar y se encontró rápidamente en la puerta del despacho de Tom, empujándola para abrirla y verlo absorto en el trabajo. Levantó la vista, sorprendido. “Amor, ¿qué haces aquí? Deberías estar descansando”.