¿La cultura de las propinas se ha salido de control?

En los últimos años, muchos consumidores han comenzado a cuestionarse si la cultura de las propinas ha llegado a un punto desproporcionado. Una imagen viral que circula por redes sociales lo ejemplifica con claridad: una cuenta de $95.27 sugiere que el 10% de propina equivale a $9.53, y acto seguido indica que hay que multiplicarlo por 4 —es decir, una propina de $38.12. El total sugerido: $133.39.

La imagen incluye un mensaje tajante: “Si no puedes dar propina a tu camarero – ¡no salgas a comer fuera!”. Este tipo de mensajes se han vuelto comunes, apelando a la responsabilidad del consumidor de sostener económicamente a los trabajadores del sector de la restauración. Pero, ¿hasta qué punto esta expectativa es justa?

Muchas personas sienten que se está trasladando una obligación del empleador (pagar sueldos dignos) al cliente. Además, hay situaciones en las que la propina sugerida ronda el 20%, 25% o incluso más, sin tener en cuenta la calidad del servicio o la experiencia del cliente.

Por supuesto, nadie niega la importancia de reconocer un buen servicio. Pero también es válido preguntarse si estamos convirtiendo un gesto voluntario en una imposición social cada vez más costosa y menos razonable.

En lugar de imponer la culpa a quienes no pueden dejar grandes propinas, quizás deberíamos dirigir la conversación hacia salarios justos, condiciones laborales dignas y prácticas más equitativas tanto para trabajadores como para clientes.

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