Siete de Nueve: Tensión y secretos en el set de Star Trek 75

Puede que Jeri Ryan fuera elegida por su impactante apariencia, pero Siete de Nueve emergió como uno de los personajes más atractivos de toda la franquicia de Star Trek. Su presencia a bordo de la Voyager, ataviada con sus trajes ajustados, era cautivadora; sin embargo, la complejidad de su personaje era igualmente intrigante. La estrategia detrás del ascenso de Jeri Ryan a la fama.

Cuando Jeri Ryan se unió al elenco de Star Trek: Voyager en 1997, la serie atravesaba momentos difíciles. Con la caída de los índices de audiencia y la creciente presión, los productores reconocieron la necesidad de un elemento transformador. Aquí es donde Siete de Nueve entró en juego. Como una exdron Borg separada del Colectivo, su personaje encarnaba una mezcla de precisión gélida y humanidad reprimida, presentando un misterio esperando ser desentrañado.

Su introducción en la cuarta temporada tuvo un impacto inmediato, con un impresionante aumento de audiencia del 60%. La cadena se arriesgó con ella, confiando en su impactante presencia para atraer espectadores, y valió la pena. Sin embargo, puede que no anticiparan del todo su excepcional talento. No era simplemente una figura cautivadora con un uniforme ajustado; era una actriz de gran profundidad. No solo interpretó a Siete; se metió en el papel por completo, revelando capas de vulnerabilidad bajo su ruda apariencia.

Un episodio en particular es especialmente memorable: Siete, abrumada por una multitud de personalidades, cambia rápidamente de identidad. Esta actuación merecía un premio, demostrando su extraordinario talento, que trascendía el contexto de ciencia ficción de la serie. La contrataron para revitalizar Voyager, pero lo que recibieron fue mucho más significativo. La razón por la que rechazó el papel cuatro veces.

Jeri Ryan, originalmente llamada Jeri Lynn Zimmermann, nació el 22 de febrero de 1968 en Múnich, Alemania Occidental. Tras completar sus estudios, se mudó a Los Ángeles para dedicarse a la actuación. En 1997, era relativamente desconocida cuando los creadores de Star Trek: Voyager la buscaron para el papel de Siete de Nueve. Sorprendentemente, Ryan rechazó la oferta no solo una, sino cuatro veces. Sin embargo, ¿cuál fue el motivo de su reticencia a participar? En una entrevista de enero de 2020, Jeri Ryan reveló que cuando los productores la contactaron inicialmente con respecto a Star Trek: Voyager, nunca había visto la serie. Por curiosidad, decidió ver un episodio, pero pronto se arrepintió de su decisión, describiéndolo como “la peor hora de televisión” que jamás había experimentado.

Me proporcionaron una copia de Primer Contacto, la película, para que al menos pudiera entender qué era un Borg. También me dieron una copia de la enciclopedia completa de Star Trek, o como se llame, para ayudarme a ampliar mis conocimientos sobre la franquicia”, explicó Ryan. Solo tras el incesante apoyo de la productora ejecutiva Jeri Taylor, finalmente aceptó asumir el icónico papel de Siete de Nueve, un dron Borg liberado de la conciencia colectiva de los Borg.

El conflicto que pasó desapercibido para la cámara Antes de que las cámaras comenzaran a rodar, Jeri Ryan lo percibió: un nudo de ansiedad en el estómago ante la mera idea de compartir una escena con su coprotagonista Kate Mulgrew. No se trataba de simple nerviosismo ni miedo escénico; era una tensión más profunda y tácita que impregnaba el ambiente cada vez que colaboraban.

La mayoría del elenco de Voyager había observado esta dinámica. La fricción entre ellos no eran solo chismes; era genuina y permaneció sin resolver durante años. Ryan, como recién llegada, había saltado a la fama como Siete de Nueve, la impactante exdron Borg. Mulgrew, la protagonista consolidada de la serie, había dedicado años a desarrollar La Capitana Janeway, un personaje fuerte e independiente, resistía cualquier intento de forzarla a una trama romántica. De repente, la atención se centró en Seven.

Para Mulgrew, no era un asunto personal, al menos no al principio. Su objetivo era alejar a Star Trek de la sexualización abierta, priorizando el intelecto, el liderazgo y la exploración. Sin embargo, la cadena tenía otras intenciones. Introdujeron a Ryan, un personaje a la vez hermoso e innegablemente sexualizado, para aumentar la audiencia de la serie. Y lo lograron.

La tensión entre ellos persistió durante años, como una tormenta silenciosa que se gestaba bajo la superficie. Ryan mantuvo la compostura. Incluso algo tan simple como ir al baño se convertía en una pesadilla que la obligaba a aguantar largos ratos solo para evitar retrasar la filmación. Una simple parada para ir al baño en el set se convertía en una pesadilla de 20 minutos, lo que la llevó a su propio código de radio: “Código Jeri-Veinte”.

La frustración de Ryan con el atuendo aumentó con los años, y para cuando terminó Voyager, solo le quedaba una cosa por hacer: deshacerse de él para siempre. Sin dudarlo, quemó el c

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